domingo, 8 de noviembre de 2015

Cava Coloma, un patrimonio extraordinario.



            Desde tiempos antiguos la nieve y el hielo han tenido diferentes aplicaciones, como las relacionadas con el transporte del pescado y la conservación de alimentos. Las montañas fueron la nevera de las poblaciones hasta que se desarrollo  la industria frigorífica.

            En el Carrascar de la Font Roja las actividades relacionadas con el comercio del frío, principalmente la recolección, la conservación y el trasporte de la nieve, constituyeron una compleja red organizativa de la que se documentan varias noticias de los siglos XVII al XIX.

            El nevero que hoy conocemos como la Cava Coloma, en la documentación se llama Pozo del Carrascal, se encuentra en la umbría y al abrigo de la Teixereta a una altitud de 1.290 metros, entre el Mas de Tetuán y la cima del Menejador. La cava fue construida por Bartolomé Picó, mercader vecino de Alicante. Las autoridades municipales le concedieron el título de establecimiento el 25 de Septiembre del 1732.

            Dicha concesión obligaba a Picó y a sus sucesores a abastecer de nieve a Alcoy para su consumo, y a un precio fijado, y que se duplicaba en caso de no haber nevado la proporción de medio palmo de nieve y de mantenerse durante tres días alrededor del nevero. Del resto podía disponer libremente para venderla a otras poblaciones, principalmente a Alicante.



                                Cava Coloma. (Fotografía del centro visitantantes Font Roja Natura)
           

            La cubierta original de 1732 se disponía sobre dos arcos cruzados de sillares de piedra, de los que aún podemos observar los estribos o arranques de los mismos que han quedado en las paredes del depósito. La existencia de un horno de cal que se encuentra alrededor de la cava, puede ser justificada por la necesidad de hacer la cal imprescindible para la reconstrucción del tejado, ya que en 1867 se hundió la cúpula a causa de una copiosa nevada.
      

            En la segunda mitad del siglo XIX, el consumo de nieve en Alcoy era de unos 5.000 a 7.000 arrobas, cantidad que representa una media de tres o cuatro kilos anuales por habitante. Se supone que el pozo de nieve, además del de Simarro y otros, debió de estar en explotación hasta la primera o segunda década del siglo XX. 



            De esta actividad tradicional nos queda el testimonio de las cavas, de las que se conservan seis construcciones en el Carrascar de la Font Roja, con un estado desigual de conservación y unas características muy interesantes, constituyendo un patrimonio monumental de extraordinario valor.



            Las labores de la recolección de la nieve no requería ninguna especialización, y proporcionaban un trabajo de carácter ocasional a un considerable grupo de jornaleros, los cuales recogían con capazos la nieve de las inmediaciones del depósito, área denominada ventisquero.

                Fotografía del Centro visitantes Font Roja Natura.


 La nieve se tiraba al interior del pozo por las puertas y ventanas del pozo, donde otro grupo de hombres con mazas de madera, iban pisando la nieve. Cuando la nieve alcanzaba un grosor determinado se aislaba de la siguiente capa por medio de paja o cáscara de arroz. Durante la temporada de verano se picaba y extraía  del interior y los arrieros la transportaban hasta las “nevaterías” de los pueblos.



Las herramientas empleadas se guardaban en la casa de los “nevaters” o edificación anexa que encontramos asociada a muchas cavas de la zona.


Javier Bou Alemany

1 comentario:

  1. "Las caves", neveros de nieve,.... son rasgos del patrimonio cultural del medio natural y rural que muestran las evidencias del cambio climático. Gracias Manuel

    ResponderEliminar