miércoles, 18 de noviembre de 2015

EL CAMINO CONTINUA

Diario de un Peregrino Primitivo XIII
(Ribadiso - Pedrouzo - Santiago de Compostela; 40km)




Emprendemos la marcha en nuestro último día de Camino. Los 40kms que distan hasta Santiago nos obligan a coger ritmo de inmediato. Pronto habremos atravesado Arzúa para ir adelantando la marea de peregrinos del Francés; 3 chicos al ritmo de su padre octogenario, un matrimonio jubilado sin mochilas, un grupo de jóvenes chicas, también sin mochilas, que parecen andar de paseo, un coreano, 2 japoneses que fotografían un tractor, un grupo de adolescentes que no devuelven el saludo...

Un grupo de peregrinos pasa junto a un rebaño de vacas.

Nos detenemos en el famoso bar A Casa Verde. De sus techos cuelgan cientos de camisetas dedicadas. Su mobiliario, puertas, paredes y ventanas recogen miles de firmas de peregrinos venidos de todo el mundo.

Museo viviente del peregrino.

Mientras disfrutamos de una empanada gallega aparece nuestro grupo y rápido se unen al almuerzo. Javier no tardará en hacer unas gestiones y conseguir una ronda de chupitos del elixir amarillo más popular.

Brindis junto a la hospitalera del bar.

La alegría del grupo es contagiosas. Sin darnos cuenta estamos brindando por segunda vez. En 5 minutos entraría por la puerta la excusa para la tercera ronda, los franceses. Nuestros amigos parisinos, que recordemos iban en bus, se han arrepentido al verse arrastrados cómodamente tras 800kms de recorridos desde el 2009, por lo que se bajaron en la primera parada para terminarlo a pie.
Su llegada completa el grupo y nos obliga a celebrarlo de nuevo. Dos veces.
Con la espiritualidad que da el orujo y el anestesiamiento de las extremidades doloridas, arrancamos de nuevo, ahora los 4, rumbo al final del Camino.

Bar A Casa Verde.

Rodeamos el aeropuerto deteniéndonos solo a comer, antes de remontar el Monte do Gozo. Al paso junto al monumento conmemorativa de la visita del Papa Juan Pablo II, un autobús espera paciente el regreso de docenas de turistas. Pero ya no hay tiempo para visitas, el sol ya se mece en el horizonte, queda poco más de una hora para la misa y 4 km nos separan de la catedral.

Monumento en el Monte do Gozo.

A medida que nos adentramos en una ciudad efervescente, el ocaso se nos echa encima anunciando paradójicamente que el día, al igual que nuestro viaje, toca su fin.

El sol se posa tras la ciudad de Santiago.

Enfilamos por la calle Rúa de San Bieito deseosos de dar marcha atrás, de poder relentizar el tiempo para que esta experiencia no acabe, pero únicamente podremos retenerlo en nuestra memoria, cada paso resulta ya parte del pasado así que solo nos queda por vivir el final, el cual también forma parte del Camino.

Catedral de Santiago de Compostela.

La plaza del Obradoiro, vacía, serena, aguarda nuestra llegada. No hay vítores, ni fiesta, nadie nos espera, los aplausos solo están en nuestro interior. La sensación, comparable al terminar la lectura de un buen libro, ese viaje imaginario que nos deja un extraño desasosiego por haber formado parte de algo que has hecho parte de ti y que ahora termina y ante lo que debes reponerte de inmediato para seguir tu camino.

Algunos peregrinos observan la catedral, plaza del Obradoiro.

El aforo de la catedral está completo. Por la megafonía se ruega silencio y se recuerda la prohibición de realizar fotografías y videos. Al comienzo de la ceremonia una monja intenta animar al público con el canto de unos salmos con escasa participación. La misa transcurre entre tonos de wasap, conversaciones y las indicaciones del personal de seguridad que intenta poner orden.
Llegado el momento álgido, en que el botafumeiro vuela sobre nosotros, cientos de pantallas brillan ante nosotros mientras captan toda la secuencia. Los ausentes valores. 

Botafumeiro colgado antes de la ceremonia.

Ya de noche cerrada visitamos una pequeña tasca de clientela local, sin luminosos en la fachada ni gente pescándote en la puerta con una carta llena de fotografías plastificada en la mano. 

Licor café (producto típico gallego)

A cada minuto estamos un minuto más cerca de acabar la aventura. Los más duro una vez más será tener que despedirte de la gente que has querido durante el viaje y que no sabes si volverás a ver jamás. 

Vista trasera de la Catedral.

La Plaza de las Platerías reluce mágica envuelta de históricos edificios e iluminada por una luz amarillenta que es atenuada por la bruma. Con el adiós a nuestros amigo cerramos un viaje excitante, exigente, enriquecedor y en general maravilloso que hoy termina aquí, a los pies de la hermosa Catedral de Santiago de a Compostela.

***



- Un Camino se acaba, pero el recorrido continúa.

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