A estas alturas ya conocéis un poco mejor este río desconocido y alguno de sus encantos, pero para que
entendáis de verdad su excepcionalidad tengo que mostraros su valor más significativo; las tablas del río
Esteras.
En las tablas, por haber poca pendiente, el río corre más extendido y plano de modo que casi no se nota
su corriente, quedando esta suerte de piscinas naturales en las que algunos disfrutamos enormemente
huyendo del sofocante calor estival que azota nuestra península.
Del río Esteras conozco todas, pues desde que tengo uso de razón he pasado las tardes de verano
bañándome en sus mansas aguas. Una alternativa de ocio saludable, económica, divertida y muy
enriquecedora que con el paso de los años me sigue llenando de satisfacción practicar.
A continuación os mostraré algunas fotografías de estas tablas, al menos las más interesantes y con
mejores accesos:
La exuberante belleza paisajística, el carácter silvestre y virginal del entorno, la flora y fauna que lo
colman todo… son muchos los rasgos y valores que hacen únicas las tablas del río Esteras. Ningún sonido
ajeno a la naturaleza perturba la experiencia sensorial que gracias al aislamiento, la ausencia de barreras
y elementos humanos te cautiva hasta un nivel casi espiritual. Mucha gente que ha tenido la oportunidad
de sumergirse en sus frías aguas ha reportado incluso cualidades curativas y tonificantes, entonces os
preguntares como pueden ser tan desconocidas y salvajes, porque nadie ha corrido la voz, porque no
tienen una afluencia turística.
Son varios los factores que intervienen en la ecuación, empezando por los propios habitantes de
Valdemanco del Esteras, que desde antaño han inculcado el miedo a las aguas del río a los niños de esta
población. La leyenda de “el calderín” (una especie de remolino que arrastra a los incautos que se meten
en el río hacia el fondo) se ha trasmitido de generación en generación a fin de no aumentar la ya de por
si elevada tasa de mortalidad infantil con niños ahogados en el río Esteras, dándose el curioso caso que
los propios habitantes de Valdemanco no utilizan el río que da nombre a su pueblo como actividad lúdica.
Por otra parte el ayuntamiento ha preferido construir una piscina de dudosa legalidad, dada su situación
en una zona ZEPA, pero que aporta muchos beneficios económicos y con la que los habitantes veraniegos,
que huyen del mundanal ruido de sus pisos en Madrid y Barcelona están encantados, porque es más
cómodo ir a la piscina y pedirse un mojito en el chiringuito que ir al río.
Por tanto, estamos ante un panorama un tanto paradójico. Gracias al abandono y la falta de interés por
la población local, el ayuntamiento y las administraciones el río Esteras se ha mantenido conservado de
una forma excepcional, manteniendo su carácter salvaje pero también queda totalmente desperdiciado
tan inmenso valor a falta de un plan de conservación y gestión que promueva su uso de forma sostenible
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