martes, 12 de diciembre de 2017

Antiguas culturas

Antaño muchos pueblos y tribus se han beneficiado de la posición geográfica del Río Esteras, de sus aguas permanentes con numerosos arroyos y fuentes para asentar sus poblaciones. Una de las civilizaciones más antiguas de las cuales aún se conservan restos arqueológicos en las dehesas colindantes a este tramo del rio es la tribu de los Carpetanos.

Los carpetanos, también denominados carpesios, fueron una de las tribus prerromanas que habitaban la península ibérica. Se incluyen dentro de los pueblos de filiación céltica o indoeuropea que poblaron el centro, norte y oeste peninsulares, ubicándose concretamente en la Meseta Sur, un área con sustrato mayoritariamente indoeuropeo. Su situación cerca de los territorios íberos posibilitó que recibieran influencias culturales de estos, lo que ha llevado a la historiografía a polémicas sobre su adscripción.

Representación artistica de una familia carpetana
Fueron un pueblo relativamente próspero que aprovechó las posibilidades agrícolas de su territorio y las oportunidades de comercio que ofrecía su situación geográfica. Con una estructura política descentralizada, se considera que no existieron grandes diferencias sociales en el seno de su sociedad, ya que no se han encontrado enterramientos suntuosos que lo indicasen ni tampoco son conocidas actuaciones suyas como mercenarios o razias de saqueo sobre sus vecinos, algo de lo que sí fueron protagonistas las capas más desfavorecidas de otras tribus prerromanas.

No dieron grandes líderes como Istolacio, Indíbil o Viriato, ni fueron protagonistas de sucesos como Numancia o Sagunto, siendo algo olvidados por la historiografía tradicional española. Pero sí que han permanecido hasta nuestros días los cimientos de sus antiguas construcciones, conocidas como castros.

En las dehesas colindantes al cauce del río Esteras se encuentran ocultos entre las encinas, lo que en su tiempo seguramente fueron castros carpetanos; un poblado fortificado que se empezó a habitar desde el siglo VI a. C., carente de calles que formen ángulos rectos y llenos de construcciones de planta casi siempre circular. Las casas más antiguas eran mayormente de paja-barro y las más recientes de mampostería. El techo era de ramaje y barro y después de varas largas. Fundamentalmente, eran estancias únicas. Se sitúan en lugares protegidos naturalmente (alturas, revueltas de ríos, pequeñas penínsulas), cerca de fuentes y terrenos cultivables y en el límite entre estos y zonas más altas de pastoreo.
Cimientos de un posible asentamiento carpetano
De esos antiquísimos castros prerromanos solo quedan las bases de piedra que conforman circunferencias de distintos diámetros y algunas inscripciones. Estas piedras nos cuentan más de lo que parece, nos hablan de como el ser humano, con su inteligencia desde hace miles de años ha sabido aprovechar los espacios naturales excepcionales y asentar sus poblaciones cerca del agua, de la vida, respetando su entorno y preservandolo para que las generaciones futuras puedan seguir beneficiándose de él.

Actualmente no se han hecho las investigaciones y excavaciones que se esperaria en este tipo de vestigios arquitectónicos, pero por suerte los habitantes de Valdemanco del Esteras han respetado estas construcciones antiquísimas que podrían ser restauradas fácilmente para su conservación y uso a modo de museo

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