domingo, 1 de marzo de 2015

¿QUE FLORA ENCONTRAREMOS EN EL LUGAR?


El paraje se caracteriza por presentar buenos fragmentos de carrascal litoral termo mediterráneo, que forma la asociación vegetal llamada Ros longifolia-Quercetum rotundifoliae, una formación clímax de estas latitudes del Mediterráneo.
Es una asociación vegetal de carácter basófilo en el estadio termomediterráneo de ombroclima seco. En estado óptimo, se presenta un bosque esclerófilo dominado por la carrasca (Quercus ilex subsp. rotundifolia) acompañado por especies como el torvisco (Daphne gnidium), el lentisco (Pistacea lentiscus), aladierno (Rhamnus alaternus), la zarzaparrilla (Smilax aspera), la madreselva (Lonicera implexa) o la esparraguera (Asparagus acutifolius).
En zonas más próximas a las partes más altas de las vertientes montañosas, se presenten las segundas etapas degradativas del carrascal termomediterraneo, que como consecuencia de los recurrentes incendios forestales ocasionados en la zona, han provocado la aparición de una vegetación pirófita muy desarrollada, dónde la aliaga (Ulex parviflorus) domina la superficie con individuos de considerable densidad, siendo en ciertos momentos impenetrables.
Esta formación está acompañada por especies cómo: el palmito (Chamaerops humilis), estepas (Cistus crispus, Cistus monspeliensis, Cistus salvifolius), brezos (Erica multiflora), botón de fraile (Globularia alypum), o la pebrella (Thymus piperella).
El altramuz olvidado: La historia se remonta a 1977 cuando un cazador recolectó especímenes de altramuz silvestre en el municipio de Real de Montroi.

Había notado que la planta atraía a las perdices en los meses de verano y quiso cultivarla, pensando que sería un buen alimento para las aves, aunque sin éxito por lo que 24 años después envió las muestras al Centro de Experimentación Agraria de Carcaixent. La zona de recolección había sido destruida y la especie se daba por desaparecida.

En 2004, el investigador del Instituto Madrileño de Investigación Agraria, Higinio Pascual, visitó el banco y se fijó en que aquellas semillas no eran como las que había estudiado hasta entonces. Tras analizar las muestras, los expertos constataron que se trataba de un nueva especie, bautizada por Pascual como Lupinus mariae-josephi.

A partir de entonces comenzó un programa de propagación in vitro con poco éxito. Fue a través de Emilio Laguna, responsable de los programas de conservación de flora amenazada y creación de la red de microreservas valenciana de flora del Servicio de Conservación de la Biodiversidad de la Generalitat Valenciana.
  
La situación era poco alentadora: o se encontraba viva la especie o las semillas existentes garantizaban a lo sumo dos o tres intentos más. Cada vez estaba más cerca la categoría de ‘especie extinguida’ para el altramuz valenciano.

El siguiente paso fue realizar un rastreo exhaustivo de las zonas que tuvieran topónimos relacionados con la palabra altramuz partiendo de donde apareció la primera, con buenos resultados. En unos meses se localizaron tres poblaciones de altramuz silvestre: Gandia, Xàtiva y Llombai. Como premisas: tramús , es el nombre en valenciano de altramuz; y tramussar , aquellos lugares en los que crece. Mientras tanto, en el IVIA intentaban otras tres veces reproducir la semilla, sin éxito tampoco en esta ocasión.

El 9 de mayo de 2006 localizaron la planta originaria muy cerca de la Lloma del Tramussar, justo donde los más ancianos del lugar lo indicaban pese a que la zona no coincidía con los mapas. Ahora, convertida en microrreserva, la especie sí tiene muchas posibilidades de sobrevivir.

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