martes, 17 de febrero de 2015

Las vecinas de la vieja fábrica




Mis vecinas de la vieja fábrica no son otras que las cigüeñas blancas, que ha llegado a ocupar todo el contorno de este edificio, destruido por el fuego hace más de 50 años. Son aves que forman parte de ese medio natural que tenemos a la vuelta de la esquina, tradicionalmente su presencia se asocia a la techumbre de iglesias y otros edificios emblemáticos, lo que las diferencia por completo de su pariente la cigüeña negra que prefiere anidar sobre rocas y en lugares alejados del ser humano.  Si las encontramos en el campo las podemos ver sobre roca o árboles, pero cercano siempre a lugares humanizados.

Imagen 1: La vieja fabrica

Imagen 2: Detalle de uno de los nidos

Imagen 3: nidos dispuestos sobre plataforma en el tejado de la Iglesia

Seguro que todo lector conoce el refrán: “Por San Blás las cigüeñas verás” que aludía a la llegada del buen tiempo, pero que ha perdido ya su referente porque las podemos ver en cualquier época del año.  Se alimenta de pequeños roedores, anfibios, reptiles o crustáceos, que pueden encontrar con facilidad en la ribera que discurre por detrás del edificio. Quizás por ello es por lo que haya aumentado, a lo largo del tiempo, el número de nidos y no sea extraño ver como cada pareja logra sacar adelante la totalidad de la puesta anual, normalmente de tres a cuatro cigoñinos por año.

Son animales de costumbre y las que emigran retornan al nido que ocuparon en años anteriores, es tal la fidelidad al lugar que cuando el nido ha sido destruido lo vuelven a construir en el mismo lugar. Reforman sus nidos año tras año, aumentándolo de tamaño y de peso, algunos llegan a pesar más de 100 kilos. Cada uno de ellos se podría considerar una comunidad diferente (yo los llamo “patio de vecinos” por la algarabía que tienen), sus oquedades son aprovechadas, para realizar la puesta, por aves típicas del medio más humanizado como el gorrión común.

Imagen 4: los vecinos de las cigüeñas

Las dimensiones y peso de los nidos han provocado graves daños en los edificios que ocupaban, pero con sencillas medidas como plataformas, que evitan su asentamiento directo en el tejado, o con postes que los elevan sobre el suelo, se han podido dejar en los mismos emplazamientos. Este tipo de actuaciones son claros ejemplos de sensibilización y educación ambiental, que demuestran que la convivencia con el ser humano es compatible. 

Imagen 5: torretas especiales para los nidos

Imagen 6: conviviendo con otras aves: un aguanieves

El hecho de ser una especie común, que la podamos encontrar adaptada a vivir en cualquier lugar o que sean causantes de daños para los intereses del hombre, hace que no se tengan en cuenta como recurso turístico o educativo salvo que formen grandes poblaciones. A su favor, tienen el ser una especie importante para el mantenimiento del equilibrio en el medio natural al consumir pequeños animales que son “molestos” al hombre. Tomando como referencia esto, y enriqueciéndolo con actividades  de educación ambiental que ayuden al conocimiento de otras especies que conviven con nosotros sin saberlo, es un modo importante para la sensibilización  y trabajar el respeto al medio natural que tenemos en la puerta de casa.

Imagen 7: De campeo por las cercanías.
 Siempre que nos hablan de jornadas de educación ambiental las asociamos a actividades directamente en la naturaleza, pero es muy importante saber identificar esa pequeñas señales que estamos habituados a ver en parques y jardines, en la orilla de la rivera, en las repisas de las ventanas, en ese solar vacío que hay en la esquina, en definitiva, por cualquier sitio. A veces son pequeños animales que están ahí escondidos, otras veces son los que vienen de paso y sólo son visibles por la noche. Es fácil ver, de madrugada, cómo nutrias bajan por la rivera desde zonas más altas y menos alteradas por el hombre. Puede resultar raro este hecho, pero no sólo se han visto en solitario , sino que también las he visto en grupo de dos o tres, y he observado rastros de su alimentación a base de cangrejos. Es curioso como empecé a hablar de mis vecinas las cigüeñas y he terminado hablando de otro grupo de animales que conviven con ellas, pero el mundo natural no está formado por elementos aislados, sino por una red de redes de relaciones entre ellos en las que todos tiene un papel fundamental para mantener un equilibrio natural.

Espero que sirva este pequeño texto para contribuir a tomar conciencia sobre la importancia de la educación ambiental y de la labor de los educadores ambientales, a menudo relegados a un segundo plano. Mientras tanto, reflexionamos, os dejo un ensayo del musical del crotoreo de mis vecinas, que nos animan en esta época del año.




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