El primer molino mareal del que se tiene con conocimiento en
Europa surge en el sur de Francia en el año 1125. A mediados del siglo XIV
existen cerca de 50 molinos en la costa desde Ayamonte hasta Faro. Encontramos
en el siglo XVIII unos 10 molinos funcionando a pleno rendimiento en el entorno
de lo que hoy conocemos como Paraje Natural, de entre ellos los dos que a
continuación se detallan; construido el de Ayamonte hacia 1750 por un indiano
llamado D. Manuel Rivero y apodado “El Pintado” y el de Pozo del Camino,
coetáneo del anterior situado en el estero del “Tamujar Grande” del que recibe
su nombre.
Vista aérea del Molino de “El Pintao”
Un molino de mareas es un ingenio muy peculiar que aprovecha
el desnivel provocado por el flujo de las mareas, dos veces al día de forma
periódica e inagotable, para mover la piedra volandera sobre la solera y moler
el grano introducido entre ambas desde una tolva. Por la zona coexistían con
los molinos de viento pero, frente a éstos, su ventaja era notable al no
depender para nada de factores meteorológicos y poder moler todos los días del
año, además de controlar la cantidad de grano molido en función de la demanda.
El mecanismo es bien sencillo: el agua del mar, a través de
caños y esteros atraviesa el puente de acceso donde se sitúan las compuertas,
que son empujadas por la fuerza de la marea, que sube y que llena un espacio de
reserva de la misma, llamado caldera. Cuando el flujo mareal comienza a
invertirse, las compuertas se cierran con el propio reflujo y el agua retenida
puede ser utilizada para moler con sólo esperar que la madera descienda para
producirse el pequeño salto hidráulico.
Molino del Tamujar Grande desaguando en la bajamar
El molinero ya puede levantar indistintamente de una a seis
compuertas (dos en el Tamujar y hasta seis en El Pintao) y dejar que el agua,
al pasar por un estrecho canal bajo el edificio que disminuye de sección, haga
girar con fuerza una turbina metálica llamada rodete, que unida la piedra
superior o volandera, se mueva sobre la inferior fija o solera. El agua, tras
haber pasado bajo el edificio y haber movido el rodete vuelve de nuevo al mar a
través de los arcos de salida, con lo que se inicia un nuevo ciclo.
Molino del Pintado en bajamar
Antigua piedra del Molino del Tamujar Grande
La Revolución Industrial, con la aparición del vapor y la
electricidad, los nuevos sistemas de producción y transporte, la pérdida de
mercados coloniales , la destrucción de los humedales, fueron la principales
causas de la decadencia y abandono de estos ingeniosos artilugios que, no
obstante, llegaron algunos activos hasta mediados del pasado siglo.
Tras la guerra civil, la escasez de grano es patente. Esto, unido a la aparición de las fábricas de harina y a la mejora de las comunicaciones, va cambiando los hábitos de la población que ya compra el pan y la harina. Hacia el año 1945, el molino dejará de funcionar tras dos siglos a pleno rendimiento.
Molino El Pintao en 1996 antes de la restauración
Molino de El Tamujar Grande antes de la restauración de 2007
En la actualidad el molino más pequeño alberga el Centro de
Interpretación "El Hombre y la Marisma" y en el más grande un Ecomuseo en cuyo interior nos
encontramos un centro para visitantes dividido en 5 espacios: zona de recepción
y atención al público, sala audiovisual, sala del paraje natural, sala de
molienda y zona RENPA, donde el visitante se verá envuelto en un carrusel de
imágenes, música y sonidos reales. Además el visitante podrá disfrutar del
entorno haciendo uso de los merenderos instalados en el exterior del Molino El
Pintado.
Interior y exterior del Ecomuseo de “El Pintao”
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