sábado, 18 de noviembre de 2017

Las gentes de Izki: cultura y tradiciones

El ser humano está muy presente en todos los territorios, a día de hoy es prácticamente imposible encontrar algún lugar virgen, que no hay sufrido el impacto de la presencia del hombre. Aunque tendemos a asociar esta presencia humana con algo negativo, no siempre es así. Muchos de los ENPs que tenemos hoy en día no lo serían si no fuera por la gestión o uso que el hombre ha hecho de ellos. 

Además, el factor humano lleva asociada una cultura y unas tradiciones que muchas veces se convierten también en motivo de visita de muchos visitantes. Izki, cómo no, tiene sus habitantes y su cultura. 

foto propia

Izki lo conocemos hoy tal y como es gracias a cómo se organizó el monte y la actividad primaria siglos atrás. Las condiciones geográficas y climáticas de la montaña alavesa propiciaron que se mantuvieran las estructuras organizativas de antaño basadas en las comunidades de montes, en vez de la cultura agraria donde se prima la propiedad del suelo.

Estas estructuras organizativas han sido llamadas Comunidades, Parzonerías o Divisas, y han perdurado en Izki hasta bien entrado el siglo XIX. La estructura más elemental de la organización de la tierra era la casa o foguera. Un miembro de cada foguera acudía al concejo del pueblo, que tomaba las decisiones pertinentes sobre el aprovechamiento de sus tierras. Cada pueblo, cuya autoridad estaba formada por una representación de su concejo, podía tomar decisiones sobre las tierras de todo el valle en las reuniones del Ayuntamiento, organización institucional de ámbito superior. A su vez, cada Ayuntamiento podía nombrar un Alcalde montañero para que le representara en la Junta del monte, un grado institucional aun más superior que gestionaba las tierras de una demarcación. De esta forma, mediante decisiones democráticas directas y representativas, desde las instituciones más simples como la foguera, se iba ascendiendo escalonadamente, para tomar decisiones sobre terrenos más extensos.
foto propia
Estos bosques han tenido siempre también una gran tradición apicultora, siendo muy conocida la miel de Antoñana. Aún se pueden ver en diversos rincones los troncos vaciados y apilados en horizontal donde se instalaban antiguamente las colmenas. Las modernas se colocan en hileras dispersas por los calveros del bosque.
foto libre
Me gustaría mencionar también una actividad tradicional de esta zona que, por desgracia, hoy en día está casi desaparecida: la fabricación artesanal de cucharas de boj. En Korres queda un único vecino que las hace, que va al monte a seleccionar las plantas de boj más adecuadas y que con infinita paciencia las vacía y les va dando forma. Su nombre es Kiko.
foto: archivo de la DFA
Por último, un dicho que me llamó mucho la atención cuando trabajé allí y es referido a las creencias populares, a la sabiduría de la naturaleza. A Izki suelen ir a pasar el verano  algunas parejas de alimoche, una rapaz migratoria que pasa los inviernos en África y los veranos en Europa. Suele llegar en marzo-abril y, la primera vez que lo ven sobrevolar el parque se suele oír:
"Cuando llega el pájaro blanco, ya no nieva." 

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