Uno de los principales motivos por los que la finca de can Marroig fuera escogida para los primeros asentamientos en la isla desde la prehistoria, pudo ser con toda probabilidad la gran variedad de recursos naturales tanto de la zona como de sus alrededores, ya que la masa forestal de pinos y sabinas podían ser explotadas en las épocas en las que las invasiones por mar eran frecuentes y se pretendía evitar el peligro de vivir cerca de la costa. Se fueron abriendo campos para el cultivo de cereales, legumbres, o frutales, a la vez que iban ganando terreno al bosque progresivamente. De este arduo trabajo se obtenían recursos como la madera, la leña, la "carrasca", la pez o el carbón, que eran elaborados en los «forns de cals», «forns de pega» y «sitges», aún visibles en las cercanias de las «cases de can Martí», y todo ésta riqueza era gracias al enclave que formaba la cuenca en la zona al sur de la sierra de Can Marroig, una elevación prolongada de escasos metros de altura que eran suficientes para resguardar de los fuertes vientos de Poniente, Mestral, Tramuntana y Gregal, y que además protegia separando de las inclemencias del mar a los nuevos campos de cultivo que iban ganando al bosque de la sierra.
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Camino que discurre por el interior de la Serra de Can Marroig. Foto propia. |
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Ejemplar de Pinus pinea o pino piñonero, en la Serra de Can Marroig que sobrevivió a la tala para la que fueron plantados para su aprovechamiento. Foto propia. |
Originariamente los bosques llegaron a ocupar prácticamente la tercera parte de la finca y aun hoy en día son un elemento inseparable para el equilibrio natural, ya que sigue aportando, como antaño, alimentos tan sabrosos como los “Pebrasos” (setas de las especies Lactarius deliciosus y Lactarius sanguifluus), y ahora accesibles para el visitante paciente o con ganas de sumergirse en este universo atemporal a través de cualquiera de las diferentes rutas que discurren por terreno forestal.
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