martes, 1 de febrero de 2022

Asomando entre dinteles

Ventanas sobre el Pou de la Reixa.
Foto: propia

         Cautivados por las aguas, vislumbramos en su calma los obsequios reflejados que aguardan en la muralla. Al levantar la mirada vemos como se alza, apostado sobre la lámina de agua, un muro que emerge cual baluarte de roca calcárea. Y en lo alto, como lóbregas manchas desencajadas, se hallan tres pétreas ventanas talladas.

Las tres ventanas del Pou Clar.
Foto: propia.

    Cruzamos el agua y bajo ellas, inclinado, un camino de piedra y matorral nos lleva de lado a lado, subiendo con cuidado llegamos arriba de este curioso mural. Ya más cerca de las ventanas, vemos una clara señal, pues hallamos las marcas del que pudo ser un cuarto umbral. Observamos con esmero y vemos que al final, aunque picaron y cincelaron primero, jamás se llegó a terminar.

La que iba a ser una cuarta ventana o una puerta.
Foto: propia.
 
Las tres ventanas a la izquierda y a la derecha la incompleta.
Foto: propia.

    Pero ¿quiénes las llevaron a cabo? Porque, vale que en el territorio unos vistieron de taparrabo, pero desde este promontorio, tal vez aquellos solo vieran un gran lavabo, al menos hasta el nuevo acto migratorio. Pues no iban nómadas a preparar cincel o picar, ya que tarde o temprano se tendrían que marchar. No, fueron otros, que cerca del paraje se quisieran asentar. Pero al margen de obviedades, alguien dio al lugar la imagen de enigmáticas cavidades: las ventanas del Pou Clar.

Visión frontal y planta esquemática.
Foto: Servei Arqueològic d'Ontinyent.

     Ni los íberos ni los romanos que, aun habiendo poblado, no fueron sus manos, trepando o descolgados, las que obraron cada oquedad. De vestigios en la villa del dominio visigodo, no hay siquiera una capilla ni mención de un simple periodo. Pero no exasperes, ya llegamos. Bereberes del pasado dieron legado al islam y, ocupando los moros la villa, tan solo un siglo o algo más, dejaron escrita su insignia, entre otros en el Pou Clar. Construyeron, en la época andalusí, las ventanas que puedes ver, en barrancos de por aquí, decenas en Bocairent, algunas en Alfafara y estas misteriosas de Ontinyent.

Plano esquemático de las ventanas.
Foto: Servei Arqueològic d'Ontinyent.

    Del uso que les dieron, apenas hay nada claro, pues son varias las ideas que arqueólogos han dado. Echando la vista atrás, el origen bereber nos dice que pueden ser almacenes o graneros, y aprovechados al parecer por comunidades de granjeros. Otros dicen que se usaban como puesto de vigilancia, aunque si hoy ves en estas a alguien despuntando, vigila tú la distancia, porque puede que estén escalando.

Sector de escalada del Pou Clar.
Foto: enlavertical.com

     Son pequeñas salas de apenas dos a cinco metros, donde no dejaron restos. De interiores que parecen vacíos puestos, de vigías a la antigua usanza. Tú imagina la estampa: Una figura humana, apoyada y mirando, cogida a su lanza. Una sombra asomando entre el dintel y el alféizar, un último recuerdo de la vieja guardia.

Ventanas de cerca.
Foto: propia.

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