Corrían aguas en venideros años del decimocuarto siglo en Ontinyent. De andalusina acequia se consta que la villa regaba ya sus campos y fuera encauzada del mismo río Clariano. "Sèquia Antiga de la Vila", ahora llamada "Sèquia Vella", pues al tiempo se construyó una nueva. Mas con el tiempo, la agricultura de regadío vio estancado su desarrollo, con el cambio de siglo los eventos cambiaron.
Corrieron aguas, esta vez mal y a deshoras, llamando a inundaciones y a sequías. Castigados los cultivos, empezaba el decimoquinto siglo y el Consejo de Ontinyent decidió afrontar la aciaga época obrando para mejorar el dominio del agua. El riego de la villa sería ampliado y el río aliviado de puntuales episodios de crecidas. Encargaron la tarea a auténticos maestros del agua, alarifes de obra que desafiaron así la accidentada circunstancia, creando una nueva acequia. Recogería el agua del Pou Clar y, nutriendo los campos a su paso, se reuniría con la antigua. Sería llamada "Sèquia del Pou Clar", ahora "Sèquia Nova".
Mecanismo de compuerta de la Sèquia Nova. Foto: propia. |
Una orografía dibujada por el barranco complicaba el diseño del proyecto, debiendo elegir entre dos opciones arriesgadas: tomar el cómodo y largo camino que serpentea el río que, obrando junto a él, expondría la acequia a cuanto aconteciera al Clariano; o apostar pagando un ligero aumento presupuestario, que acortaría el recorrido y llevaría la acequia lejos de los destructores efectos de las riadas, adentrando la obra a través del interior de la montaña. Fue empleada la segunda opción, hace ya seis siglos, formando las largas galerías subterráneas que, saliendo a la luz y escondiéndose de nuevo, recorren hasta cientos de metros.
Muro que sujeta la acequia durante sus primeros metros. Foto: propia |
Cien metros, sobre un muro que sostiene la acequia en lo alto, surgen del paraje del Pou Clar y recorren la ladera este del barranco, ahondando finalmente en la oscuridad donde empieza un auténtico viaje de agua. Viaje que da nombre a la conducción subterránea de abastecimiento de las aguas. Donde empieza la acequia, una compuerta regula el paso del agua, desviada desde la más grande de las pozas, el Pou de la Reixa.
Presa entre el Pou de la Reixa y el Pou Fosc. Foto: propia. |
Pero no toda el agua derivada alimenta la acequia, pues hubo que crear una presa en tal poza que permitiera el paso del agua hacia la obra. Así se retendría la líquida masa, que contenida se vería liberada por un conducto hacia la acequia. Pero he aquí la gracia de los maestros del agua, que dos ramales formaron para dividir caudales. Uno se dirigía, sin duda, a la acequia y el otro al Pou Fosc, que privado por la presa, recibía así el caudal que merecía. Fue creada entonces otra compuerta, regulando también el paso, como en el caso de la acequia.
Cascada artificial del Pou Fosc, formada por su compuerta. Foto: propia. |
Otro elemento fue creado en la gran poza donde se redirige el agua y, orquestado en pos de la seguridad, evitaría el acceso al conducto a nado. Una reja, que en la boca de esta poza le dio el nombre que ya conoces: el Pou de la Reixa.
Reja del Pou de la Reixa. Foto: propia. |
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