viernes, 28 de enero de 2022

Conservando el equilibrio

    La importancia del agua es clave aquí en el Pou Clar y no solo por su presencia o ausencia, sino también por su calidad y por las cualidades de su entorno. El agua, por su capacidad de ocupar un espacio, tiende a establecer un contacto muy íntimo con el medio ambiente, creando una relación muy importante con aquello que la rodea. En este paraje podrás ver que las circunstancias en las que encontramos al agua son muy diversas, y por lo diverso que es el medio, diversa es la vida aquí. En el Pou Clar, las cualidades son de naturaleza tan diversa, que goza de una biodiversidad de inmensa riqueza.

Petirrojo. Foto: propia.

Ardilla. Foto: propia.

 

      La fauna, tan abundante como la flora, resulta menos evidente a ojos de una sencilla visita, pero sus presencias están estrechamente ligadas. Es habitual ver barbos, sapos, ardillas y multitud de pájaros, pero también se acercan otro sinfín de especies de anfibios, reptiles, mamíferos y aves, aunque el paraíso es compartido con nosotros y algunos de ellos son más tímidos que otros.

Hembra joven de zorro rojo. Foto: propia.


      La flora en cambio, tiene dificultades para huir de nosotros, y es que generalmente no necesita hacerlo. Entre tantos árboles, verás gran cantidad de adelfas e higueras próximas al agua, sobre suelo yermo; también algunos pinos y carrascas donde el piso empieza a cambiar; o incluso un acogedor bosquete de chopos junto a la empapada orilla del lecho. Esto hace posible la aparición de otras plantas bajo el amparo y sombra de sus arbóreos compañeros. Provisto de dos laderas, el paraje posee una pared más expuesta, la solana, y otra más en sombra, la umbría. Así, la vida encuentra lugar para unos y otros,
entre luces y sombras.

Bosquete de chopos del Pou Clar. Foto: Amics i amigues del Pou Clar.


     Otro aspecto que varía y enriquece el paraje son los tipos de suelo sobre el que el agua se reparte. Una parte se distribuye sobre tierra más blanda y otra sobre la blanca roca que la contiene, siendo cada suelo capaz de albergar mayor o menor cantidad de nutrientes, lo que lo convierte en uno más o menos desarrollado, respectivamente. Permitiendo vivir tanto a unos como a otros, a los más exigentes y a los que no lo son tanto.

Culantrillo de pozo sobre agua cristalina. Foto: propia.

 

     Según sus formas, la albina roca que envuelve las pozas permite la conquista de las zonas más sombrías a un delicado y pequeño helecho que hace honor a su nombre: el culantrillo de pozo. Bajo ellos, el agua corre a mayor o menor velocidad formando cursos rápidos, frescos y oxigenados, o cursos mansos, que acumulan más nutrientes y se calientan con mayor facilidad. En los primeros, aparecen multitud de peces, mientras que en los segundos, a quien encontramos son los sapos y las ranas.

Barbos en el Pou de la Reixa. Foto: propia.
 

    La presencia de estos anfibios está ligada a otra planta que, de injustos desprestigios, cubre de verde las aguas cuando verdes se calman al sol: la lenteja de agua. Si bien un exceso contamina las masas, en su justa medida escasa, son escondite de quien las caza. Pero al margen de depredadores, ofrece cobijo, sombra y, para la vida, muy buenas condiciones.

Rana entre lentejas de agua. Foto: propia.

Camuflaje de lentejas de agua. Foto: propia.

 

     Toda esta variedad de plantas son símbolo de exhuberancias, y conservando su equilibrio formaremos un gran concilio. Por que ya sean escamas, plumas, piel o pelaje, reforzaremos la biodiversidad del paisaje.

 

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