martes, 2 de febrero de 2021

Beben y beben y...

 Beben y beben y...


La existencia de la vid en esta tierra se remonta por lo menos al siglo VI antes de Cristo, y a juzgar por los numerosos restos arqueológicos de carácter ibérico de esta zona. Promocionado desde el aspecto comercial desde el tiempo de los romanos. En la época musulmana era un motivo asiduo en los versos de los poeta musulmanes valencianos de los siglos XI y XII. En la alta Edad Media el vino de Siete Aguas ya contaba con una gran fama y reputación, muestra de ello es el registro que encontramos en el Arxiu de la Corona d'Aragó de Barcelona en la que el 12 de marzo de 1324, Teresa d’Entença, Senyora de Setaigües, solicita lo siguiente: “De nós Infanta etcètera, al nostre fidel Martí Gil lloctinent d’alcalde al nostre Castell de Xiva, salut i gràcia, us diem i manem que una vegada vista la present ens tramet a València una suma de vi que siga de Setaigües, el qual siga bo i bell i pur i clar i simple com aquell que volem tant el senyor Infant (Alfons, després Alfons IV de la Corona d’Aragó) i Nós (…)”



Por otra parte y en cuanto a las bebidas se refiere, hemos de destacar su importancia y tradición vinícola, ya que, mucha parte de la población de este pueblo se dedica a la vinicultura. la gran mayoría de campos que podemos encontrar alrededor de Siete aguas son campos de viña, o sino, almendros u olivos. Por otra parte podemos decir que nuestros vinos tienen un sello de calidad que viene dado mucha parte por pertenecer a la “Ruta de los Vinos”. Además podemos beber una bebida autóctona de Siete Aguas que se trata de un tipo de variante de sangría, denominada Cuerva. 

La variedad que se cultiva es casi exclusivamente la Bobal, cultivando otras variedades de uva blanca pero en mucha menor medida. En los años noventa  los campos de cultivo de viña se triplican y las hectáreas de viñedo llegan a 700.  En 1995 funcionaba a pleno rendimiento la Cooperativa Vinícola, la cual vinificar unas 1.000 toneladas de uva y el vino que se extrae se dedicó exclusivamente para la bodega local conocida como La Calda, la cual embotellaba un vino espumoso (parecido al lambrusco italiano) y que a principios del siglo XXI cerró por problemas económicos. Mientras tanto, en los años noventa vuelve a Siete Aguas el enólogo Jesús Requena, que es considerado el padre del vino albariño gallego. Sus pruebas de microclima con vides gallegas, consiguen plantaciones de las variedades albariño y mencía y así establece la primera Bodega Artesanal de Siete Aguas. A partir de 2010 llegarán nuevas empresas locales de vino artesano que permitirán el renacer de la calidad de los caldos sieteagüenses bajo la etiqueta de bodegas artesanas.



Vino tradicional de 7 Aguas.


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