Si hay unos
seres que hayan conquistado la dimensión del tiempo, estos son sin lugar a
dudas las plantas y los árboles. En la isla tenemos 16 árboles catalogados como singulares, por su longevidad y simbolismo. Desde encinas y pinos centenarios hasta acebuches, lentiscos o dragos.
A los vegetales, no sólo les debemos una atmosfera rica en oxígeno, sino que han marcado los cambios que han ido sucediéndose a lo largo de la historia humana, moldeando nuestras sociedades. Como veremos más adelante, Menorca es una fiel testigo de ese pasado.
Cuando se
nos cuenta el origen de la vida, tenemos en mente esa animación que hemos visto
todos, la de una pequeña bacteria en el agua, que poco a poco evoluciona,
convirtiéndose en pez, anfibio, réptil saliendo del agua, pájaros y mamíferos.
Lo que nunca se nos muestra, es que cuando salieron los primeros animales del
agua para conquistar la Tierra, ya había millones de plantas y árboles en ella.
Es decir, fueron los vegetales que conquistaron primero el planeta haciéndolo
habitable para el resto de organismos. Menorca cuenta con un museo de geología y un amplio registro de fósiles vegetales donde podemos apreciar la historia de los mismos, como llegaron a la isla hace millones de años y como han ido evolucionando hasta las especies actuales, haciendo posible el desarrollo de la vida animal y del ser humano.
Nos tenemos que remontar 200.000 años para la aparición de nuestra especie, y tendremos que esperar otros 190.000 para que se diera la revolución más importante: la domesticación de las plantas o lo que es lo mismo la aparición de la agricultura. Los primeros habitantes de Menorca, la cultura Talayótica llegaron a la isla hace sólo 3500 años dejando un increíble registro de su relación con el medio. Como veremos mas adelante, toda la isla conserva muchos asentamientos y reliquias que son testigos de la importante relación entre las plantas y el ser humano. La domesticación de las plantas sentó las bases de nuestra civilización. Pasamos de cazar y recolectar en pequeños grupos a vivir en poblados, que luego se convertirían en las primeras ciudades. La agricultura permitió la aparición de los oficios, de los artesanos, del arte y refinó el pensamiento abstracto y simbólico.
Domesticación de las plantas. Fotografía de principia.io
Sin mencionar que la difusión del conocimiento y la palabra escrita a través de los libros hechos de papel es gracias a los vegetales.
La revolución industrial no es más que la quema de petróleo, carbón y gas ( plantas y árboles de hace millones de años) para la obtención de energía. En Menorca, el 70% de la energía consumida proviene de la quema de petróleo pero está en marcha un proceso de reconversión hacia un combustible más sostenible y limpio así como una fuerte apuesta por energías renovables. Como se aprecia en la imagen siguiente, en Menorca el pasado y el presente conviven de manera sostenible.
Fotografía de infomenorca.com
Esta íntima relación del ser humano con las plantas y árboles, sus aprovechamientos y distintos usos, impregnan toda la isla y las maneras de hacer de su gente. Podemos apreciar como trabajan la tierra mediante rotaciones de leguminosas y cereales, como usan la madera de los acebuches para hacer herramientas, la típica puerta para delimitar el paso del ganado o los antiguos hornos de carbón y cal. Sin mencionar, su cultura de navegantes y pescadores, mediante la construcción de sus embarcaciones típicas, los Llaüts, hechos de madera.
Campos cultivados para ganadería. Fotografía de menorcaaldía.com
Tanca de madera. Fotografía Viajes magoon
Se lo debemos todo a las plantas. Lo que hemos comido, con lo que nos hemos vestido, dormido y protegido, hemos cruzado mares y descubierto el mundo gracias a ellas.
La isla de Menorca, por su estado de conservación, y su rica biodiversidad, así como las buenas prácticas de sus habitantes es un escenario ideal para poder apreciar toda la historia de las plantas con el ser humano.
Y aunque a día de hoy, las tenemos casi como meros objetos de decoración, ajenas a nosotros, cada vez que paseo por un bosque menorquín me recuerda lo estrechamente ligado que estamos a ellas, lo que dependemos de ellas, y sin saber por qué, me entra una cierta sensación de alivio.
Fotografía Xmigrations.com
Pau Campàs Pongiluppi
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