El Charco Azul es una piscina natural entre el cañón del Turia.
Entre la belleza del paisaje que se extiende a sus pies, en el Parque Natural de Los Calderones, escondido entre la vegetación, nos encontramos con uno de los tesoros mejor guardados: el Charco azul de Chulilla. Una poza de aguas cristalinas y tranquilas situadas en el cauce del río, entre barrancos, donde durante el verano los vecinos bajan a darse un chapuzón.
Su nombre podría hacer alusión al color de su agua, azul turquesa. Sin embargo, es una transformación del término árabe azud. Y es que, aunque parece una piscina creada por la naturaleza, lo cierto es que este paradisiaco charco se trata de una creación del hombre. En el siglo XII los musulmanes que vivían en Chulilla construyeron una presa en el cauce del río Turia que les permitiera regar las huertas de los alrededores del pueblo. Si te fijas, en la zona del pozo se pueden ver los restos de algunas acequias.
Asimismo, en el siglo XX esta misma zona fue utilizada para generar energía hidroeléctrica. Desde el charco hay un canal que lleva el agua hasta 5 kilómetros más abajo. Por el camino que parte del pueblo hasta el charco se pueden ver algunas de estas canalizaciones. Y es que Chulilla siempre ha estado relacionada con el agua. Antes de la construcción de la presa, los habitantes aprovechaban la corriente del río para transportar la madera.
(fotografía de elaboración propia)
A pesar de sus diferentes usos, el baño en el Charco Azul de Chulilla es completamente seguro, ya que las aguas siempre están en calma.
Desde el año 2019, en él hay un embarcadero que nos permite acercarnos hasta el interior de la laguna.
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