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jueves, 25 de noviembre de 2021
Volando en colores por la Sierra de Altomira
Martín pescador común (Alcedo atthis)
La Sierra de Altomira es una isla, un barco enorme varado entre dos aguas, las del Guadiela y las del Tajo, aguas que se dejan embalsar y aguas que fluyen: a veces turbulentas y a veces claras. De todas ellas, será en las aguas más claras y limpias, en las aguas arropadas por la exuberante vegetación que suele acompañar a las riberas de nuestros ríos en las que podremos encontrar a nuestro protagonista de esta entrada: el Martin Pescador.
A Martin le gustan los cursos de aguas que van saltando entre guijarros y que al moverse se oxigenan: esas son las aguas donde proliferan los pequeños pececillos, insectos o anfibios de los que este ave se alimenta. A Martin le gusta también que las riberas del rio estén llenas de sauces, saucos y tocones de chopo que aún brotan desde abajo... en esta vegetación se posa y se apoya para tener un buen observatorio.
Para pescar, se colocará Martin sobre una rama a una altura de 1 o 2 metros sobre el agua, con el pico apuntando hacia abajo. En cuanto detecta la cena, sacude la cabeza para medir la distancia y se zambulle bruscamente llegando a sumergirse hasta 25cm por debajo del agua: sus alas le propulsan bajo el agua y unas membranas protectoras cubren sus ojos bajo el agua.
Una vez pinzan al pez, sus alas propulsan al ave hacia la superficie donde emergen segundos después de haberse sumergido. Entonces regresa a su posición, o hasta una percha cercana, donde con un rápido movimiento de cabeza golpean al pez con la rama para aturdirlo. Sin solución para la presa, Martin comienza a zamparse el pez por la cabeza, siempre a favor de escama. Acabada la ingestión regurgitará las partes indigeribles de su alimento, espinas, escamas... y lo hacen en forma de pelotas de desechos llamadas egragópilas. Seguro que siempre habías querido saber cómo se llaman las bolas de desechos digestivos de los pajarillos. Pues ahí lo tienes.
Estos bellísimos pájaros pertenecen al Órden Coraciformes, junto con los abejarucos, las carracas y los momotos. Dentro de este Órden, los Martín pescadores están asignados a la familia Alcedinidae, de la que en Europa existe sólo una especie: nuestro Martin Pescador.
Se trata de unas criaturas muy territoriales: no les suele gustar mucho que otros Martínes pescadores se acerquen a su coto de pesca que como hemos visto estará siempre cerca de ríos, arroyos, lagos, lagunas, embalses, marismas y estanques, es decir, lugares con agua dulce o salobre con peces pequeños para su alimento. La buena calidad del agua y la vegetación ribereña favorecen la gran diversidad de ictiofauna, tanto autóctona como alóctona, que conforma el sustento base de los Martines pescadores. Un río limpio, un río sano constituye un importante refugio para las aves pescadoras, considerando a estas aves como un buen bioindicador del ecosistema ripario.
Pero aparte de su depurada técnica de caza, el Martín Pescador se distingue sobre todo por lucir uno de los más vistosos plumajes de nuestra fauna. Es todo un lujo de la Naturaleza. Hay que empezar observando cómo predominan por su parte superior, en lo que se llama su librea, los colores azules y verdosos que pueden resultar brillantes y metálicos -especialmente cuando se mojan-. En la parte inferior, en sus regiones ventrales predominan sin embargo los tonos anaranjados. En su cabeza -grande y fuerte- aparece un pico cónico y largo, de color negro, que constituye su principal herramienta de caza. La garganta es blanca, al igual que una llamativa mancha que le da un toque de distinción en los laterales del cuello, especialmente en la medida en que se prolonga hacia el ojo formando una banda anaranjada. Sus patas y la cola son más bien cortas y lucen un intenso color rojizo.
El dimorfismo sexual no es aquí tan acusado como en otras especies. De hecho la única diferencia entre machos y hembras se deja ver en la tonalidad de la parte inferior del pico: negra en el macho y anaranjada en la hembra.
Cuando vuela también resulta inconfundible, pues se desplaza a gran velocidad y poca altura —normalmente emitiendo su característico reclamo— mediante un frenético batir de alas.
Martin es un ave tuneladora, esto quiere decir que buscará en las orillas de los ríos y los lagos taludes arenosos que le permitan excavar su nido. El tunel que construirá Martin puede oscilar entre los 50 cm y el metro de largo y suele forrarse de forma débil con espinas de peces.Al final del tunel dispondrá un pequeño habitáculo donde la hembra pondrá 6/7 huevos redondeados de color blanco. Como es de rigor en toda pareja moderna, los dos sexos se encargarán por igual del cuidado e incubación de los huevos. La incubación suele durar en torno tres semanas y al mes de nacer los polluelos ya pueden volar.
Así las cosas, toda vez que los polluelos son capaces de cazar, los progenitores los expulsan de su territorio para poder criar de nuevo y porque vaya tampoco es plan de quedarse toda la vida en el salón del nido familiar jugando con la consola o viendo netflix o prime o lo que se tercie.
Los Martines pescadores figuran como especie "casi amenazada" en el Libro Rojo de las Aves de España. Y eso debería preocuparnos porque las amenazas que acechan a Martín tienen que ver con la deforestación de las orillas, la contaminación de las aguas fluviales y la disminución en las poblaciones de peces. Martín nos alerta del modo más bello de esos peligros y sólo está bien si todo lo demás está bien.
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