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sábado, 27 de noviembre de 2021
Volando -Fast and furious- por la Sierra de Altomira.
Halcón peregrino (Falco peregrinus)
En la Sierra de Altomira sobrevolando los pántanos a gran altura o acechando desde los más altos riscos puede divisarse el Halcón peregrino. Le gustan los acantilados escarpados y los precipicios pedregosos en los que se le distingue por el color gris azulado en la capa superior, por las manchas blanquecinas en su parte inferior y por las franjas transversales oscuras en las mejillas.
Se trata de un ave de aspecto compacto y musculoso en cuya anatomía -como comprobaremos en esta entrada todo está al servicio de la velocidad y de su vuelo en picado. Esta rapaz de mediano tamaño, robusta y de aspecto compacto, presenta un marcado dimorfismo sexual por el cual las hembras resultan considerablemente mayores y más pesadas que los machos: de hecho la hembra puede ser hasta un 30 % mayor que el macho y pesar el doble, así que si los machos pesan entre 440 y 750 las hembras alcanzarán-sin complejo alguno- un peso que puede ir de los 900 a los 1500 gr.
El vuelo de este halcón es veloz y poderoso, y en él se alternan los planeos con nerviosos aleteos que el ave ejecuta gracias a la posesión de potentísimos músculos pectorales. Las alas son más bien cortas, al igual que la cola, y resultan mucho más anchas en la zona de inserción con el amplio pecho que en su extremo, donde se estrechan considerablemente como se aprecia en esta preciosa foto:
Pero sin duda la maniobra más característica de estos halcones es la del vuelo en picado, gracias al cual logran hacerse con presas que, de otra forma, serían prácticamente imposibles de atrapar. Será por esto que el halcón peregrino se usa en la cetrería desde hace más de 3000 años, cuando iniciaron su utilización los nómadas en Asia Central.
Entre esas presas sumamente difíciles para otros cazadores se encuentra, por ejemplo, la paloma que ha evolucionado para llegar a ser extremadamente eficiente y ágil en su vuelo. La paloma, aunque no lo parezca, por su tamaño, la anchura de las alas y la potencia de su vuelo, constituye un manjar inalcanzable para muchos depredadores alados. Sin embargo, el efecto sorpresa, la velocidad y el impacto provocado por el ataque desde la altura, hacen posible que el halcón peregrino pueda darles caza con éxito.
En el momento del picado, los halcones aumentan su capacidad aerodinámica.
Veamos cómo es esto. Aunque normalmente el halcón no vuela a velocidades superiores a los 100 km/h, cuando se dispone a cazar mediante un ataque en picado puede fácilmente alcanzar una velocidad de más de 300 km/h, lo que lo convierte en el animal más rápido del mundo.
Un estudio sobre la física del vuelo de un hipotético «halcón ideal» fijó un límite de velocidad teórico de 400 km/h para el vuelo de baja altitud y de 625 km/h para el vuelo de gran altitud. En 2005 se registró un halcón efectuando un vuelo en picado a una velocidad máxima de 389 km/h
La presión atmosférica que experimenta el halcón cuando rebasa los 300 km/h de velocidad podría dañar sus pulmones e impedirle respirar... para que esto no suceda cuenta el halcón con unos pequeños tubérculos óseos en las fosas nasales que redirigen las ondas de choque del aire que entra en ellas. Para entendernos, esto es algo muy parecido a lo que con las tomas de aire y los conos de entrada característicos de los motores a reacción que seguramente se hayan inspirado en estas aves para optimizar su diseño, en un claro caso de biomímesis. Asimismo y para proteger sus ojos, los halcones usan unos “terceros párpados” que limpia sus ojos de las lágrimas y los protegen para mantener su visión en la mejor de las condiciones durante todo el vuelo.
Si el halcón chocara de lleno con su presa a esa velocidad ambas quedarían francamente perjudicadas, así que el halcón maniobra para la presa sufra el impacto en el ala. Tras el choque el halcón puede rematar la faena haciendo uso de una muesca situada cerca de la punta de su pico superior: ésta es una adaptación que permite a los halcones realizar un corte letal de la columna vertebral a la altura del cuello. En el caso de que la presa sea demasiado pesada para él, la deja caer a tierra donde procederá a desplumarla y devorarla o meterla en un tupper y llevarla al nido.
Aunque los halcones alcanzan la madurez sexual al final de su primer año de vida, evitan comprometerse y disfrutan así de una especie de adolescencia feliz hasta los dos o tres años de edad. Entonces y sólo entonces se emparejan de por vida, volviendo al mismo nido cada año. Eso sí, para poder encontrar pareja tienen que ser capaces de demostrar en una especie de vuelo de cortejo todo su repertorio de acrobacias aéreas, realizando espirales precisas y vuelos que trazan la figura de un ocho. En ese baile el macho le pasa a la hembra una presa capturada mientras están todavía en el aire y, para poder hacerlo, la hembra literalmente vuela «al revés» para recibir la comida de las garras del macho. Emocionante ofrenda de amor a toda velocidad.
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