Libre Sancho Martinez (Sierra de Bernia)
Nunca me había parado a mirar en la cantidad
de plantas diferentes que podía haber en una montaña y eso que me encantan y
paso mucho de mi tiempo libre subiéndolas. Para mí, es una de mis actividades
favoritas. Es una forma de desconectar de la ajetreada vida urbana.
Desde que empiezas la ascensión por las faldas
de la sierra, el árbol que predomina es el pinnus halepensis, pasando hasta de los
mil metros, aunque también hay pinnus pinea (piñonero), pero en menos cantidad
y este cuanto más vamos subiendo va desapareciendo. Si te fijas, puedes
encontrar alguna plantación de olivos y de almendros, pero no son extensiones
muy grandes. Al igual que los invernaderos de caqui o cítricos, como la naranja
y la mandarina.
Dejamos la carretera atrás y nos adentramos en
la montaña por las sendas y quitando algún grupo pequeño de pinos o de quercus
ilex (carrasca), los árboles que veremos, estarán bastante aislados. La
carrasca, podremos encontrarla prácticamente en todo el recorrido hasta la
cima. Nos cruzaremos con zonas repletas de chamaerops humilis (palmito), que
los más elevados se quedan a poco más de la mitad de la subida.
Acercándonos al fuerte, podemos ver una
cantidad enorme de jara blanca y aliaga. La última vez que lo visité, estaba la
aliaga en flor y era una preciosidad ver la montaña teñida de amarillo. En menos
cantidad se pueden encontrar: sabina, brezo, lavanda, rabo de gato,
esparraguera blanca, albaida, coronilla, polio, zamarrilla, malva, esparto,
romerillo, madreselva, cardos, tojo, poleo amargo, albarraga, gamoncillo, flor
de la estrella y jabonera rocosa.
Hacia el lado de la cueva, encontraremos muchas
plantas de lentisco, enebro y zarzamora. También veremos mucho torvisco, que en
la prehistoria se utilizaba como amuleto y repelente de malos espíritus.
Es muy bonito cuando nos encontramos con un
arbusto típico de nuestros montes, como es la coscoja. Al igual que ocurre con
el cantueso, que cada vez que lo veo, me recuerda muchísimo a mis padres, que siempre
tienen en casa para hacer infusiones. O romero y tomillo que lo dejamos de ver
o por lo menos no tanto a partir de los mil metros.
Y en las zonas húmedas, donde hay rocas
desprendidas, que por el camino casi hay que escalar, te cruzas con euforbio
mediterráneo y paredes verdes pintadas de hiedra.
Para terminar, quiero decir que, a partir de
ahora me fijaré mucho más en la vegetación que me rodea cuando haga una
excursión por un espacio natural.
No hay comentarios:
Publicar un comentario